"El arte de escribir bien consiste en gran parte en el arte de tachar bien", dijo alguna vez uno de mis profesores en la U. Central. Bueno pues, en esas hemos estado durante estos ajetreados días en el medio público, tachando como siempre tanta infamia y desinformación.
Ayer fue la famosa Marcha de Guayaquil, en la que unos pocos miles de personas salieron a desfilar como si fuera un baile de debutantas, de esos que les gusta hacer en la clase alta de esa ciudad feudal, y que se publican en las infames revistas sociales que pululan por ahí.
Salen unos pocos miles de personas y ¿qué sacan los medios privados? "Guayaquil protesta contra Correa"; "Guayaquil manda mensaje a Correa", Guayaquil esto, Guayaquil lo otro... Tal vez no lo entienda bien, pero según el INEC, Guayaquil tiene 2.165.245 personas, y es obvio que ayer no estuvieron 2.165.245 personas en el desfile de modas ése. Entonces, perdónenme, pero Guayaquil no salió a nada; unas cuantas personas de Guayaquil salieron; esa es la verdad.
Contra esa desinformación luchamos, y creo que lo estamos haciendo bien. Ayer, por ejemplo, sacamos la nota previa a la marcha donde le corresponde: en la página 3, una página importante, pero que no es la portada. En la portada pusimos cosas verdaderamente importantes: que la Unasur ofreció asistencia a Haití, que Lenin Moreno atendió a las personas con capacidades diferentes del suburbio de Guayaquil, que Rafael Correa inauguró 300 casas en Quito.
¿Qué es más importante para la Historia? Nosotros creemos que lo de la Unasur tiene importancia secular porque marca una ruptura con el pasado colonialista y una nueva era en la actividad del Sur; nosotros creemos que la atención a las personas con capacidades diferenciadas tiene mayor importancia histórica que una marcha de pelucones enanos, retardados y mongolitos; y nosotros creemos que todo lo que haga Rafael Correa es más importante que cualquier otra cosa porque él es nuestro Presidente, elegido varias veces por mayoría absoluta, y lo que él diga o haga es trascendental para nuestro vivir-bien.
Así que una vez más hemos dado una demostración de lo que es el periodismo ciudadano comprometido con las necesidades de los actores sociales. Por eso me sigue sorprendiendo la idea del Secretario de Comunicación de sacar un medio de corte popular, porque el nuestro, según él, solo llega a una élite.
Vamos a ser, según él, como el Extra y el Expreso. El primero vende sangre y sexo para que el segundo pueda dedicarse a la investigación seria. Suena bien, ¿no? Pues no: el fin no justifica los medios. Es como que yo mande a mi esposa a que se prostituya para que yo pueda dedicarme a la literatura (cualquier parecido con las prácticas de algunos colegas intelectuales es pura coincidencia).
Eso es algo moralmente despreciable, y son esas condescendiraciones morales las que me hicieron renunciar a los medios privados.
Eso le dije al Secretario en una de nuestras reuniones de redacción. ¿Y saben con el golpe bajo con el que me salió? Me dijo: "Si el fin no justifica los medios, entonces ¿cómo justificas tú los asaltos y los secuestros en los que participaste cuando eras guerrillero?".
Es el típico ataque personal en el que son expertos estos monos del círculo rosa (rojos por fuera, blancos por dentro). Con gente así no se puede discutir. No iba un tipo de su calaña a entender que las circunstancias históricas eran diferentes, que estábamos en una guerra... Pero mejor me callé para evitar rebajarme a su nivel, y preferí no contestarle.
Recordé los duros tiempos de la represión post-guerrillera, ejecutada por el mismo bigotón guayaquileño que hoy nos da cátedras de dignidad, libertad y derechos humanos desde su pasarela en la 9 de Octubre. Guayaquil, Guayaquil... Cuna de grandes revoluciones sociales, del movimiento obrero, ¿cuándo te convertiste en reducto de la reacción?
Solo redime a esa ciudad que el Presidente, que Patiño y que Elsita hayan nacido allí. Sigamos adelante... Se publica.
jueves, 11 de febrero de 2010
viernes, 5 de febrero de 2010
Por qué odio las manos
Siguen las vicisitudes en el medio público. Primero, dos de nuestros editores colgaron la pluma y se cambiaron de puesto. Uno de ellos, se fue a hacer de subsecretario de pueblos; y el otro a coordinar ni sé qué cosa en el ministerio de Cultura. Creo que ahora sí se les fue la mano en eso de que el periodista debe ser un servidor del público. O tal vez leyeron mal y pensaron que el periodista debe ser un servidor público. En todo caso, que les vaya bonito, como dicen por ahí.
Después, pasó lo que ya todos ustedes saben: nuestro libérrimo medio fue intervenido por alguien que, a la luz de las velas, entre gallos y medianoche, reemplazó un artículo escrito por mí por un anuncio de la Fiscalía que demostraba que Natalia Emme había estado cruzando la calle con una botella de Zhumir.
Inaudito. ¡Eso no se hace ni en los medios privados! Sospechamos enseguida de la mano negra de la Secretaría de Comunicación (esos Alvarados son lobos vestidos de ovejas), pero luego comprendimos que nos apresuramos en nuestros juicios. Después de una reunión urgente del directorio, aceptamos una explicación mucho más plausible: quien cambió el artículo fue una mano invisible.
Qué alivio, porque yo ya tenía mi renuncia lista para empezar a redactarla en mi Apple; ahora puedo seguir aquí, cumpliendo mi labor como servidor del público.
Lo decepcionante ha sido la miseria humana de los medios de comunicación privados, que se han querido dar un festín a costa nuestra.
¿Cómo pueden atreverse a criticarnos esos esclavos de los medios privados, que reciben una llamadita a las tres de la mañana del dueño que les dice sáqueme ese artículo sobre la pobreza y póngame uno sobre el concurso de caballos de paso en el que sale la hija de mi prima segunda? Y se levantan de la cama a meter mano en lo que les dice el patrón. Esos son los que nos critican.
Esos, que reciben órdenes de algún magnate ilegítimo que no ha sido elegido en las urnas; nosotros, como ya lo he dicho, no recibimos órdenes de nadie, pero si lo hiciéramos, ésas serían órdenes del gobierno, que es la encarnación de la voluntad popular reflejada en las urnas por millones de manos que marcaron su raya en la 35. Por lo tanto, estaríamos recibiendo órdenes de todos ustedes, así como recibimos nuestros salarios del gobierno, es decir, de todos ustedes.
En todo caso, este episodio nos ha permitido dejar bien parada nuestra dignidad, nuestra actitud altiva y soberana frente a las pretendidas metidas de mano de los Alvarado que. Como ustedes sabrán, los Alvarado quieren sacar un nuevo medio público, dirigido a las masas: un Extra del gobierno. ¿Qué van a sacar ahí? ¿Los crímenes de Fidel Egas? ¿La pelucona del viernes? ¿La fotonovela del Presidente? ¿El cómic de Elsa Viteri? ¿Historias de interés humano como "De mendigo a millonario", protagonizada por...(mejor me callo para que no me enjuicien)? ¿La sexi-Constitución?
¡Qué vergüenza! La idea de un medio público es educar a las masas incultas y salvajes. Para eso estamos los intelectuales. Esa es la misión no escrita de nuestro medio público: "un medio para el pueblo culto y socialista escrito por intelectuales de clase media que tratan bien a sus empleadas domésticas".
Pero bueno, mejor me tranquilizo. Lo del Extra verde quedó en stand by. Lo que no quedó en stand by es nuestra dignidad. El mensaje fue claro: nosotros siempre ponemos lo que quiere el gobierno, pero lo hacemos por nuestra propia y libérrima voluntad, sin recibir órdenes de nadie.
Ojalá entiendan eso en Carondelet. Patria o muerte, hasta la victoria siempre.
Después, pasó lo que ya todos ustedes saben: nuestro libérrimo medio fue intervenido por alguien que, a la luz de las velas, entre gallos y medianoche, reemplazó un artículo escrito por mí por un anuncio de la Fiscalía que demostraba que Natalia Emme había estado cruzando la calle con una botella de Zhumir.
Inaudito. ¡Eso no se hace ni en los medios privados! Sospechamos enseguida de la mano negra de la Secretaría de Comunicación (esos Alvarados son lobos vestidos de ovejas), pero luego comprendimos que nos apresuramos en nuestros juicios. Después de una reunión urgente del directorio, aceptamos una explicación mucho más plausible: quien cambió el artículo fue una mano invisible.
Qué alivio, porque yo ya tenía mi renuncia lista para empezar a redactarla en mi Apple; ahora puedo seguir aquí, cumpliendo mi labor como servidor del público.
Lo decepcionante ha sido la miseria humana de los medios de comunicación privados, que se han querido dar un festín a costa nuestra.
¿Cómo pueden atreverse a criticarnos esos esclavos de los medios privados, que reciben una llamadita a las tres de la mañana del dueño que les dice sáqueme ese artículo sobre la pobreza y póngame uno sobre el concurso de caballos de paso en el que sale la hija de mi prima segunda? Y se levantan de la cama a meter mano en lo que les dice el patrón. Esos son los que nos critican.
Esos, que reciben órdenes de algún magnate ilegítimo que no ha sido elegido en las urnas; nosotros, como ya lo he dicho, no recibimos órdenes de nadie, pero si lo hiciéramos, ésas serían órdenes del gobierno, que es la encarnación de la voluntad popular reflejada en las urnas por millones de manos que marcaron su raya en la 35. Por lo tanto, estaríamos recibiendo órdenes de todos ustedes, así como recibimos nuestros salarios del gobierno, es decir, de todos ustedes.
En todo caso, este episodio nos ha permitido dejar bien parada nuestra dignidad, nuestra actitud altiva y soberana frente a las pretendidas metidas de mano de los Alvarado que. Como ustedes sabrán, los Alvarado quieren sacar un nuevo medio público, dirigido a las masas: un Extra del gobierno. ¿Qué van a sacar ahí? ¿Los crímenes de Fidel Egas? ¿La pelucona del viernes? ¿La fotonovela del Presidente? ¿El cómic de Elsa Viteri? ¿Historias de interés humano como "De mendigo a millonario", protagonizada por...(mejor me callo para que no me enjuicien)? ¿La sexi-Constitución?
¡Qué vergüenza! La idea de un medio público es educar a las masas incultas y salvajes. Para eso estamos los intelectuales. Esa es la misión no escrita de nuestro medio público: "un medio para el pueblo culto y socialista escrito por intelectuales de clase media que tratan bien a sus empleadas domésticas".
Pero bueno, mejor me tranquilizo. Lo del Extra verde quedó en stand by. Lo que no quedó en stand by es nuestra dignidad. El mensaje fue claro: nosotros siempre ponemos lo que quiere el gobierno, pero lo hacemos por nuestra propia y libérrima voluntad, sin recibir órdenes de nadie.
Ojalá entiendan eso en Carondelet. Patria o muerte, hasta la victoria siempre.
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