Han sido días bastante duros aquí en el medio oficial. La habitual armonía y la solidaridad han estado a punto de esfumarse por los asuntos sucedidos durante estos días en el país.
Como todos ustedes sabrán, los periodistas de medios revolucionarios somos lo que se conoce como intelectuales, y un intelectual, ante todo, es un ser libérrimo que solo se doblega ante las obligaciones emanadas de sus propios principios. Como todos los intelectuales que trabajamos aquí vivimos bajo el principio de la Revolución Ciudadana, solo nos doblegamos cada día ante lo que ella disponga.
El problema ha estado en que, durante estos días, ha sido difícil comprender qué es lo que verdaderamente quiere la Revolución Ciudadana. Las diferentes hermenéuticas de los temas Yasuní-ITT, pedido de renuncia del Fiscal, y apresamiento y posterior perdón de un majadero han creado en nosotros una desorientación bastante grande, algo parecido a lo que sentimos – guardando las evidentes distancias- con la caída del muro de Berlín.
Esa desorientación nos condujo a perder la unidad y, me avergüenza decirlo, ¡incluso nos llevó a discutir entre nosotros! Fue una experiencia muy dura, que me llevó incluso a pensar en el suicidio.
El caso del Fiscal fue el más fácil. Al principio, no publicamos nada, cumpliendo el precepto periodístico de no “linchar mediáticamente” a nadie hasta que no se comprueben los hechos. En el comité editorial nos preguntamos: “¿Sacaríamos en nuestro medio un atropellamiento cualquiera en un calle de Quito si no estuviera involucrada la esposa de un alto funcionario?”. La respuesta era evidente: no. Y por eso, cumpliendo la ética del periodismo serio, no lo sacamos.
Pero luego vino lo de la Asamblea. Eso sí nos tomó por sorpresa: Virgilio Hernández y María Paula Romo pidiendo la renuncia del fiscal! Increíble. Nos preguntamos en el comité: ¿amerita esta exhortación sin efecto jurídico una “noticia”? Con ciertas dudas, la respuesta fue que no. Y por eso no lo publicamos.
Por suerte, al día siguiente, apareció en la televisión Alexis Mera y respaldó al Fiscal. ¡Por fin la Revolución Ciudadana nos estaba hablando claramente y ya sabíamos qué publicar! Por eso sacamos como titular principal: “El Fiscal Pesántez sigue firme en su cargo”.
Eso era perfectamente cierto, objetivo y contextualizado. Porque ¿qué es más importante? ¿El fiscal general de la nación o esa resolución lírica de la Asamblea para ganar simpatías entre la masa? Por eso le dimos siete párrafos al fiscal y dos a la Asamblea, uno de ellos a su Presidente, que dicho sea de paso estaba del lado del Fiscal.
El caso ecológico fue más complicado, porque ahí sí, tengo que decirlo, algunos intelectuales son ecologistas infantiles y otros somos ecologistas viriles. Las discusiones fueron dolorosísimas. No parecíamos compañeros revolucionarios sino un grupo de cualquieras con ideas propias. Incluso tuvimos una pelea reservada con el editor.
Así que por algunos días perdimos el rumbo y no nos quedó más que cubrir con bastante equilibrio la disputa. Pero luego quedó claro que a Fander Falconí no lo acompañó en su salida ni el mini-Fander René Ramírez, y que a Alberto Acosta solo lo apoyaron los mismos pelucones y los indígenas de siempre. Así que pronto volvimos a re-equilibrar la cobertura para darle el debido contexto a la noticia.
Finalmente, vino el caso del maleducado que ofendió a la Revolución Ciudadana, y por el que fue apresado. Nos preguntamos en el comité: “¿Sacaríamos en nuestro medio una riña callejera si en ella no estuviera envuelto el Presidente?”. La respuesta fue que no, y por eso no lo sacamos. Confieso que tuve un poco de remordimiento cuando vi las imágenes del pobre insolente siendo echado en un balde de camioneta como si fuera un ladrón de celulares de más de 300 dólares.
Pero, como siempre, la solución cayó por sí sola: el mismo Presidente, en un acto que lo engrandece, pidió disculpas al maleducado que lo insultó, así que pudimos publicar en primera plana “El Presidente ofrece disculpas a ciudadano”. No hay mal que por bien no venga: al esperar un día pudimos sacar la noticia con la debida contextualización y con los dos lados de la noticia: el primer lado, el presidente persiguiendo al ciudadano; y el segundo, el presidente perdonando al ciudadano.
Las dificultades fortalecen, y después de esta semana me siento más entregado a mis principios. ¡Qué afortunado soy al defender a la Revolución y a la verdad, que en realidad son sinónimos! Si no fuera así, no sé qué sería de mí.
Por eso quiero agradecer el excelente trabajo del ex editor del periódico, quien fue separado de su cargo por falta de coherencia ideológica. El nuevo editor es su servidor, Rolando López. Así que estoy a sus órdenes para lo que pueda servirles. Hasta la victoria siempre, compañeros.
jueves, 28 de enero de 2010
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